“El sistema ha adoptado ‘el no pasa nada’. El proceso (legal) es negligente: (el trámite) comienza en la comisaría, sigue en tribunales y pasa a las compañías de seguro. Lleva mucho tiempo y las sanciones demoran en llegar. Si alguien fuera 30 días preso por tener un animal suelto, probablemente, antes de ir a dormir, a las 21, lo ataría. Porque quiero levantarme temprano y no ir a prisión”, remarcó Sergio Gómez ayer.
Tras la muerte de dos personas, a causa de un accidente de tránsito registrado el martes por la noche en la ruta 9, altura del acceso a Choromoro, el titular de la empresa San Pedro de Colalao afirmó que es “momento de reflexión” y que se debe terminar con ese ‘todo pasa’. Así, apuntó a determinar responsabilidades de manera rápida frente a un siniestro, en particular, cuando se trata de un animal suelto.
“Estoy convencido de que todo se puede mejorar. El estado de la ruta siempre es pasible de ser mejorado. Pero creo que ha llegado el momento de la madurez social. Sería liviano señalar un culpable y echarle toda la carga a Vialidad nacional o de la provincia, como también a las autoridades provinciales y comunales. Cada uno debe hacer lo que le toca, según su posición en la comunidad”, manifestó en una entrevista con LA GACETA Play. “Ante este caso, hay que tomar cartas en el asunto. La Justicia seguirá con trabajo y determinará quién es el responsable y los actores involucrados. Tenemos que terminar con el ‘no pasa nada’, añadió.
El interno 40 de la empresa San Pedro, que era conducido por Daniel Ortiz, embistió a un caballo en medio de la ruta. Por el choque, el micro se cruzó de carril y colisionó con una camioneta Renault Duster. Dante Vilariño y otros cuatro miembros de la familia viajaban en el vehículo liviano, según informaron fuentes policiales. Un tercer vehículo, un Toyota Etios, no logró esquivar a los dos rodados y terminó involucrado en el siniestro.
Marta Gignone Pérez, de 55 años, que circulaba en la camioneta, falleció en el acto. Mientras que la otra víctima fue identificada como Bernardo Francisco Vilariño, de 21, que también viajaba en la Duster. Este último murió cuando era trasladado desde el hospital de Trancas hasta el Padilla, en San Miguel de Tucumán.
Fuentes médicas informaron que en el hospital de alta complejidad de la capital permanecía internada una integrante de la familia Vilariño, de 24 años. Era asistida por politraumatismo y traumatismo craneoencefálico no grave. Estaba estable y Compensada, de acuerdo al último informe.
En el ómnibus se trasladaban unos 30 pasajeros, que resultaron golpeados. “Uno de los trabajadores tenía una lesión en la pierna. Están golpeados, consternados, en shock, pero todos llegaron hasta su casa. Lo lamentable es la familia de la tragedia”, señaló Gómez.
El empresario contó que el chofer de la unidad se puso en contacto con todo el circuito de gestión interno para informar que había tenido un accidente a las 23.45, aproximadamente, en el acceso a Choromoro. “Estaba también consternado y en estado de shock. Nos afirmó que había tratado de realizar todas las maniobras posibles para que el accidente no sucediera”, expresó.
Según el titular de la firma de transporte, el conductor relató que había activado la luz baja al notar que circulaban vehículos de frente, en momentos en que un caballo salía corriendo hacia la cinta asfáltica. “Como se pudo ver en las imágenes, el caballo terminó decapitado. Evidentemente, fue una salida brusca del animal hacia la ruta; no estaba parado sobre el camino”, destacó.
“Hacemos más de un millón de kilómetros por año. En esa zona, hay señales de precaución de animales sueltos. Nuestros conductores tienen la pericia de conducir muchas horas al año en esa ruta, y tienen toda la prevención. Esto se trató de un accidente y no de negligencia, impericia o de mal mantenimiento del vehículo. Ha sido producto de una fatalidad”, hizo hincapié. En esa línea, aseguró que el coche del siniestro había sido incorporado al parque automotor de la empresa hace un año y medio.
Imprudencia
“Es un momento de reflexión. Tenemos que analizar la responsabilidad empresarial: si el colectivo estaba en buenas condiciones. Estamos dispuestos a someternos a todos los controles: si el chofer estaba alcoholizado o no. ¿El caballo tiene marca? Que sea analizado eso también”, afirmó el empresario.
Por último, Gómez observó que en Tucumán “no tenemos una ruta para (transitar a) 150 kilómetros por hora. “Necesitamos estar menos apurados. Estamos acostumbrados a pisar el acelerador. A 50 o 70 kilómetros por hora, en camino de montañas o de poca visibilidad, tenemos que hacer lo que nos corresponda”, dijo.